jueves, 7 de mayo de 2009

PRODUCTOS REGIONALES

MUSEO ESTANCIA EL PORVENIR

IGLESIA VIRGEN NIÑA

Villa Elisa, sus momentos...

LA VIVIENDA

Si bien existían viviendas más confortables o más humildes, la vivienda tipo estaba construida de ladrillo asentado en barro con techo de chapas de cinc. Se componía de una serie de habitaciones contiguas cada una con una puerta que las intercomunicaba y otra que daba hacia una amplia galería o corredor.
En un extremo d la galería se encontraba la cocina, que invariablemente se comunicaba con la despensa y en el otro una dependencia para baño cuyo uso era solamente para higienizarse. La despensa era una habitación fresca donde se
conservaban todos los productos elaborados para el consumo tales como quesos, dulces, vinos, pan casero, frutas, hortalizas, papas, moñatos (batata), conservas y muchos otros productos para la alimentación. Los "chorizos" (salame casero), se oreaban en "trancas", que consistían en un zarzo hecho de caña o varillas largas que pendían del techo de la cocina, pues el humo de leña mejoraba su su sabor.
La galería era el lugar de reunión de la familia o de las visitas donde se exhibían además las plantas o macetas o de "tarros" que la dueña de casa mostraba con orgullo. Apoyado en ésta se hallaba el parral, con una muy buena estructura que mostraba, en la época unos fragantes y apetitosos racimos de uva chinche o moscatel, con ellas se elaboraba el clásico vino casero, hacía dulce o se consumía directamente.
Todas las viviendas se encontraban rodeadas de una frondosa arboleda que daba frescura en el verano o protegía de los vientos en el invierno, entre ellos se destacaba al menos una o dos palmeras.
Detrás de la casa y a una cierta distancia estaba el retrete o escusado.
Un poco más lejos el galpón.
Éste consistía en una edificación, cercana a la casa, que se utilizaba como depósito o para proteger elementos que se deterioraban en la intemperie. Se almacenaban las bolsas con las cosechas hasta el momento de la venta, el maíz para alimento de aves y cerdos, lazos, arreos y monturas y todo otro elemento que sea menester...

miércoles, 6 de mayo de 2009

Los Viñedos. Héctor Guionet

Cuando los inmigrantes dieron una palmada de adiós a las montañas de su país, a los rincones queridos, a las voces y los ruidos familiares, y dejaron la rutina de cada jornada para enancarse en la aventura de cruzar el inmenso océano, traían todo eso enraizado en sus tradiciones.

Aquí echaron las bases para continuar con ellas.

Así, organizaron democráticamente la comunidad e hicieron realidad por primera vez
en el país el sufragio secreto; la educación fue una de las prioridades, al igual que la práctica espiritual. La plantación de centenares de hectáreas con viñedos fue un éxito hasta que la industria vitivinícola entrerriana se vio, desde 1914, atropellada y arrasada por inspectores oficiales: se proponían proteger poderes e intereses monopólicos cuyanos destrozando con picos toneles y alambiques. En 1936 una ley inmoral impulsada por el diputado conservador Patrón Costas, se hizo eco de los reclamos del gobierno mendocino que se quejaba por la competencia nacional e internacional de Entre Ríos. Todo desde las sombras, inmerso en un tufillo sutil y corrupto. La provincia era gobernada por el señor Tibiletti y a ese tiempo la gente lo llamó “la década infame”.

Trasladado a los protagonistas de un trabajo herido para siempre, pegados a la bronca y al desánimo, ¿habrán sentido en aquellos momentos algo menos que el desfondarse del orden establecido?

La adversidad no consiguió encorvarlos, pero esto es un ejemplo de lo que no debe hacerse. La autoridad emana sólo del pueblo y es a él a quien deben servir, en cualquier tiempo, los que pretenden ser sus representantes.

La fuerza de hoy no podría corregir lo que lamentablemente “ya fue” pero su tratamiento light o simplemente periodístico no ayudaría a galopar hacia la transparencia histórica.

La tradición de la vitivinicultura desarrollada en la Colonia San José, coincidente con los intereses del país, quedó en el tiempo como un milagro mutilado.

Los colonos nunca fueron, sin embargo, rehenes de la tristeza en sus propósitos de hacer de éste, el posible hogar que busca todo exiliado.

Charla entre el Padre J. Esteban y L. Dalleves

Charla entre el Padre Juan Esteban Rougier y Don Luis Dalleves, conocido colono de Villa Elisa, específicamente de la zona de Colonia Caraballo que se había trasladado, al casarse, de la Colonia San José a Villa Elisa.
-Mi historia puede resumirse así. Me casé a los veinticinco años y vine a vivir a Villa Elisa. Traje entonces una damajuana de vino de diez litros. Siempre era bueno tener un poco de vino por si venían visitas. ¿Sabe cuanto tiempo me duró? Esa damajuana duró un año.
En la casa paterna éramos cuatro varones y tres mujeres, las mujeres sólo mojaban los labios, no tomaban nada. Cunado estábamos instalados en San José, ya éramos más que adolescentes y nos tomábamos un litro por cabeza y por comida.Mis hermanos y yo quedábamos alegres, nada más. Viajábamos de un pueblo al otro y si era mucha la distancia, hacíamos escala en algún pueblito. Estábamos alegres...pura risa. Veíamos por ahí a dos policías que parecían estar pisándonos los talones, pero teníamos la conciencia tranquila, seguíamos riéndonos. Nunca estubo prohibido reírse, y otra cosa no hacíamos.
Desde muy chico me inicié en las tareas del campo. Antes de cumplir los diez años empecé a trabajar el duraznero....
Hacíamos vino para las tres parroquias. Un día llevábamos a lo de Basquia -la tía María- íbamos papá, mamá y yo, y llevábamos vino para la misa
¡Ah, qué bien que llegaron! -nos dijo el párroco- tenía que venir el Obispo y no vino, tenemos la comida hecha, así que ustedes se quedan con nosotros y van a comer la comida del Obispo. -yo era gurí y eso no me lo olvido-
-¿Era el Padre Hoflack?- Al ser ustedes valesanos la viña era importante.
-Había también saboyanos y piamonteses que cultivaban la vid.
-San José y Colón eran de la zona especial-
-Lo que llamaba "el vino de la costa". Nosotros estábamos a dos mil metros de la costa. Al venir los colonos habían comprado cada uno un pedazo de tierra, pero Urquiza les dio un lote más o menos grande para que todos esos colonos pudieran echar allí sus animales....

Villa Elisa, Historia e Iglesia